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Josh O'Neal, director general del Club de Armas Rocky Mountain en Grand Junction, Colorado, ante una muestra de armas de fuego en el moderno campo de tiro. O'Neal señaló que la seguridad es una prioridad en el centro, pero que a él y a su personal les preocupa la posibilidad de que una persona suicida pueda alquilar un arma en el lugar y después suicidarse. (AP Foto/David Crary)
David Crary / AP
Josh O’Neal, director general del Club de Armas Rocky Mountain en Grand Junction, Colorado, ante una muestra de armas de fuego en el moderno campo de tiro. O’Neal señaló que la seguridad es una prioridad en el centro, pero que a él y a su personal les preocupa la posibilidad de que una persona suicida pueda alquilar un arma en el lugar y después suicidarse. (AP Foto/David Crary)
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MONTROSE, Colorado, EE.UU. (AP) – Keith Carey es armero en Moontrose, una localidad con sabor a frontera en mitad de la meseta del oeste de Colorado. Es un firme, aunque amable, defensor del derecho a portar armas.

Sin embargo, ahora es un dispuesto recluta de una incipiente campaña para que la propia comunidad de las armas -vendedores y propietarios de armas de fuegos, operadores de campos de tiro- pueda ayudar a Colorado y otros estados del Oeste a reducir unas tasas de suicidio líderes en el país.

“Es suicidio es una tragedia, no importa cómo se haga”, comentó Carey, cuya hija adulta se mayó hace unos pocos años en la costa este con una mezcla de alcohol y antidepresivos. Sin embargo, el armero ve la lógica en intentar estrategias centradas en las armas en localidades como Montrose, donde las armas de fuego son una parte integral de la vida familiar.

Invitado por un jefe de policía local, Carey accedió el año pasado a participar en el Gun Shop Project, un programa financiado por el estado en el que vendedores y empresarios del sector en cinco condados de Colorado fueron invitados a concienciar sobre el suicidio. Es un intento prometedor de iniciar un debate sobre un tema que ha sido prácticamente tabú en los estados del Oeste: la intersección entre armas y suicidio.

El mostrador de Carey muestra ahora tarjetas con información sobre líneas de ayuda contra el suicidio. Un cartel junto a la puerta recomienda formas de mantener las armas apartadas de amigos o familiares que corran riesgo de suicidio.

Algunos clientes se llevan el material a casa o hacen un par de preguntas, señaló Carey. La conversación suele ser breve.

“El suicidio es uno de esos temas lúgubres del que muchos de nosotros no queremos hablar”, dijo. “Pero es demasiado común. Creo que merece la pena intentar en serio cualquier método de prevención contra el suicidio”.

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En todo Estados Unidos, los suicidios suponen casi dos tercios de las muertes de armas, superando de lejos los homicidios. En 2014, según datos federales, hubo 33.599 muertes por arma de fuego, de las que 21.334 eran suicidios.

Esa cifra supone casi la mitad de los suicidios de ese año. Pero en varios estados occidentales de Colorado, y en otros estados de las Rocosas con altas tasas de propiedad de armas, más del 60% de los suicidios implicaban armas de fuego.

Hay muchas teorías al respecto. Entre los factores más mencionados están el aislamiento y las penurias económicas en zonas rurales de esos estados. También se cree que la actitud vital de autosuficiencia en la región impide que algunas personas en el Oeste busquen ayuda en caso de depresión.

Por otro lado, el hecho es que las armas son más habituales en la zona que en otras partes del país.

“No es que los propietarios de armas sean más suicidas”, explicó Catherine Barber, experta en prevención de suicidios en la Facultad de Salud Pública de Harvard. “Es que es más probable que mueran en caso de que se vuelvan suicidas, porque utilizan un arma”.

Según estimaciones federales, los intentos de suicidio con armas de fuego tienen éxito en el 85% de los casos, frente a menos del 10% de los intentos con sobredosis de fármacos y otros métodos.

El programa de Colorado se basa en una iniciativa en New Hampshire. Barber ayudó a diseñarlo y espera que el sistema pueda expandirse en todo el país.

“En el pasado, la gente no hablaba de este problema porque pensaban que plantearlo implicaba plantear el tema del control de armas”, dijo. “Tiene mucho más sentido ver a los propietarios de armas como parte de la solución”.

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Los suicidios plantean un desafío especial para los campos de tiro: en ocasiones, alguien alquila un arma y después la utiliza para suicidarse.

En el Family Shooting Center de Denver se han producido tres de esos incidentes, incluidos dos desde que Doug Hamilton empezó a dirigir el campo de tiro en 2004. Hamilton está dispuesto a que su personal reciba formación en prevención de suicidios, aunque no está seguro de que sirva de algo. Los que se mataron en su establecimiento no mostraron signos de estrés antes.

El doctor Michael Victoroff está familiarizado con estos desafíos. Victoroff es un médico de la zona de Denver que disfruta del tiro de competición en su tiempo libre. Estaba en el Family Shooting Center de Denver cuando se produjo uno de los suicidios en el lugar.

El doctor pertenece a la Asociación Médica de Estados Unidos y a la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), y tiene reparos sobre ambas.