Amor prohibido

Hoy es mi cumpleaños debería tal vez sentir emoción pero que va, lo único en lo que pienso es en querer escapar de aquí. La gente con dinero y ser el centro de atención jamás ha sido lo mío, pero mamá insistió desde que ella y papá se casaron mi vida cambio demasiado para mi gusto. Mamá y yo solíamos ser sólo nosotras, claro en ocasiones alguno que otro de sus novios y lo aceptó era divertido, visitar a personas que a veces eran amargadas, no sé por qué estaba con ellos, pero lo bueno es que no solía durar mucho con las personas que le prohibían que saliéramos solas, y otras era muy entretenidas, una vez conocimos a alguien que solía creerse roquero, era divertido, pero lo único que tenía de roquero era la guitarra, ya que cuando cantaba solo gritaba 1, 2, 3 y luego decía cosas graciosas. Pero cuando conoció a Esteban (el esposo de mamá) todo cambió, no para mal sino para bien, pero papá es de dinero, millonario o algo así, tienes sus propias empresas y todo eso. Así que cuando se casaron nos fuimos a vivir a su mansión, la cual, aunque era grande y muy linda en ocasiones me hacía sentir un poco mal ya que muchas veces me quedaba sola y si algo es cierto es que no soy muy fanática de los lugares grandes cuando tengo que estar yo sola en ellos, me da como un ataque de miedo o pánico aún no sé cómo llamarlo. Sentía que me iba a perder en un laberinto de cuartos sin fin y que se olvidarían de mi existencia, sí mi paranoia me dominaba más de un momento en mi vida. Lo bueno de que mamá y papá se casarán es que conocí a Miguel mi hermano, el mejor hermano que me pudo tocar en todo el mundo. Él sólo es mayor que yo dos años así que no hubo mayor problema en llevarnos bien, él solía ser mi compañía cuando nuestros padres salían para evitar que me fuera a esconder a mi cuarto bajo las sábanas y no quisiera salir de la habitación ni para comer, era muy divertido para él esa situación ya que a veces me hacía maldades, pero si algo era cierto era que el me cuidaba siempre sin importar nada el me cuidaba cada que veía que me asustaba hasta porque algún ave se colocará en la orilla de la ventana, como dije mi paranoia solía dominarme, pero lo tenía a él y sabía que si estábamos juntos nada más iba a importar. Hoy cumplo 18 años y lo único que pienso es quiero ir a mi cuarto a leer o ver algún tipo de serie que esté pasando en la televisión, lo que fuera parecía mejor opción que estar con personas que se dedicaban a presumir quién tenía más dinero que quién, aunque había excepciones, pero como no podía para escapar un poco de todo caminé al balcón, esperaba que nadie más me llamará para alguna foto o para que saludara a alguien que seguramente me caería mal por su gran ego. -Mariana que gustó verte te ves radiante. - Dijo Luis, un amigo de la familia también muy rico, pero un patán y engreído. - ¿Cómo está tu familia? -odiaba que preguntara, sabía perfectamente que ese no era un tema de interés para él, y que si quería saber podía preguntarlo a mis padres. -Bien, gracias. - contesté lo más cortante del mundo, no quería ningún tipo de relación con él, por lo que sabía sólo pensaba en aprovecharse. Sólo recordaba que en el último año de preparatoria una de mis compañeras moría por él, después aguanté verla llorar por meses debido a que él solo la había utilizado y cuando le aburrió la noto como si fuera un juguete viejo que ya no te gusta. - ¿Qué acaso no merezco más interés? Recuerda que tengo mucho dinero y puedo darte lo que quieras. - lo dijo con un tono tan arrogante y presuntuoso que me molestó, pero no piense demostrarlo. No iba a demostrar algo que sabía que le iba a dar gusto, su arrogancia era tan grande que incluso cuando le decías cosas negativas él las tomaba como halagos. -Dudo que merezca tanta atención alguien con tanta fama de querer intimar con las chicas de mi edad. - reí sarcásticamente. - para conseguirme necesitas mucho más que intentar sobornarme, debiste darte cuenta de eso hace mucho tiempo. - Me di la vuelta al escuchar pasos en la escalera, que no había logrado escuchar hasta apenas que parecían ser más fuertes, llegué a creer que a alguien le costaba caminar, o que estaba molesto. Era Miguel subiendo por la escalera con cara de enojo, no sabía que era lo que podía tenerlo así, pero quería estar estos días lo que más se pudiera con él antes de que se marchara a España con Katerina su prometida, aunque él dice que si se va es por negocios, no le creo. Ya que es muy extraño como es que tomó la decisión de irse, antes de esto solía contarme sus planes, hasta me contó cuando quería empezar a andar con Katherina, así que esto me había tomado por sorpresa, bueno a decir verdad no solo a mí, sino que a mis padres y resto de la familia cercana también. -Mariana no puedo creer lo que escuché de ti, me decepcionas. - me dijo Miguel viéndome a los ojos, sentí horrible escuchar que lo decepcionó, esas palabras resonaban en mi cabeza, una y otra vez como cuando estás triste y pones la canción más triste para sentirte aún peor, cada que sonaba lo que me dijo en la mente me hacía sentir aún peor. Cuando traté de explicarle dijo que no quería escuchar nada sobre lo que tenía que decir que sólo quería disfrutar la fiesta, o al menos tratar de hacerlo, ya que era la fiesta para alguien que creía diferente y lo acababa de decepcionar. No entendía por qué no dejaba que le explicará, si era lo mejor que podía hacer, así ambos podíamos disfrutar de la fiesta. Minutos después un chico se acercó a mí con cara de niño bueno y con ganas de intentar algún movimiento. Se notaba que lo único que tenía de niño bueno era la cara, aunque en ese momento no presté atención como para saber quién era él. -Hola soy Sergio. - Sonrió muy efusivamente, aunque ya se quién es él me intriga que se acercara de tal modo, no creí que fuera la clase de niño rico que cree que las mujeres caen rendidas con un simple saludo. Pero sí, Sergio era el típico niño rico que tiene a todas las chicas a sus pies, para su mala suerte se quién es y que busca, él no me interesa, no me agradan los chicos de su tipo. Aunque a decir verdad era bastante atractivo, sabía vestirse, mantenía siempre esa pose de galán todo el tiempo. -Hola. - Contesté cortante, sentí que volvía a hablar con Luis, solía hablar con pocas personas tan cortante. Estaba buscando con la mirada a Miguel, pero era un acto fallido, por más que veía por todas partes no lograba verlo. - ¿Sueles ser así con todos tus invitados? - cuestionó con una sonrisa en su rostro, parecía muy optimista con lo que podía pasar esa noche. -No, sólo con los que llegan de momento sin que nadie los invite. - Contesté un poco molesta, quién se creía para cuestionar como es que soy con quiénes me rodean, y me molestó aún más ver qué sonrió como si lo estuviera alagando, por una milésima de segundo me cuestione sí Sergio podía ser hijo o familiar de Luis. -Wow, eres muy bella enojada. - me dijo sin quitar la sonrisa, pero por algún motivo sólo me hizo enojar más eso. -Si no te molesta tengo que irme. - Dije para librarme de él de una vez por todas y teniendo a Miguel en la mira, avancé unos pasos, y Sergio se atravesó ligeramente en mi camino. -Te acompañó. - Sonrió aún más y trato de seguirme hacia donde iba, definitivamente no sabía lo que un no significaba. -No, gracias tengo cosas que hacer. - sólo quería escapar de él, su presencia me irritaba incluso más de lo que después creí que debía hacerlo, pero si persistencia a no ser rechazado era estúpida, solo hacía que fuera aún más molesto. -Es tu fiesta, ¿Qué harás más que estar saludando gente? - dijo colocándose frente a mi, tal vez tenía razón, pero quería hablar con mi hermano, y era molesto que pareciera acosador y si tenía que hacer más cosas que saludar gente, tal vez podía conocer a alguien que no fuera tan creído como todos los que había conocido hasta ahora, esperaba que existiera alguna persona como mi hermano y Katherina, quién aunque era algo rara muchas veces, era una persona muy linda, solía arreglarse, tenía un gran estilo y personalidad, cosas que traían a mi hermano como loco por ella cuando acababa de conocerla. -Mira entrometido tengo cosas que hacer que no te incumben. - caminé y pase a su lado sin darle tiempo de decir una palabra, solo quería ir a donde estaba Miguel. Perdí a mi Hermano de vista en la fiesta creo que tendrá que esperar la explicación que debo darle a que sea la mañana. Subí a mi cuarto sin más esperando encontrármelo en el pasillo, pero no fue así, no lo volví a ver en la fiesta ni esa noche en ninguna parte de la casa. Entre a mi cuarto empecé a quitarme el vestido rojo de cóctel que mamá me obligó a ponerme. Me acosté en la cama esperando que el tiempo pasará rápido para ver a Miguel en la mañana y aclarar todo.