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¿Qué son las emociones?


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Las #emociones son señales internas de nuestro organismo, moldeadas a lo largo de la evolución por selección natural, ayudándonos a sobrevivir en el mundo que nos rodea, dado que aportan información para adaptarnos al entorno cambiante. Podemos entenderlas también como estados fisiológicos de acción rápida y adaptativa. Según Javier Tirapu Ustarroz “Las emociones responden rápidamente ante aquellas situaciones que atentan contra nuestra integridad e Influyen en otros aspectos como la motivación, aprendizaje, toma de decisiones, cognición, conducta y adaptación”.


Podemos estudiarlas científicamente a través de marcadores fisiológicos como la liberación hormonal, frecuencia cardíaca o de forma más observable a través del lenguaje no verbal en las expresiones faciales o posturales.


Acorde con los estudios de Paul Ekman y Carrol Izard existen las siguientes emociones básicas comunes a todas las culturas de forma universal: Sorpresa, Miedo, Rabia, Asco, Alegría y Tristeza. Ellos plantean que estas emociones al ser comunes, se mantienen debido a una función de supervivencia y evolución.


No obstante, otro autor llamado Alan J. Fridlund afirma que las expresiones emocionales están más relacionadas con la socialización que con la supervivencia. Es decir, que nos ayudan a transmitir información a la hora de interactuar con los demás (una cara de enfado da pie al otro a alejarse de un posible ataque, o una cara de alegría transmite que te puedes acercar a jugar sin problemas).


Así pues, cualquier emoción es el resultado de patrones químicos y neuronales automáticos que reaccionan ante determinados estímulos (un estímulo no solo puede ser un objeto o una situación, también una imagen mental o un recuerdo).


La #alegría nos informa de que algo va bien, nos gusta, facilita la comunicación con los demás y produce sentimientos de seguridad y satisfacción. Siguiendo con la reflexión de Tirapu Ustarroz “La sorpresa es un estado transitorio que se manifiesta ante sucesos repentinos e inesperados. Su aparición detiene los procesos previos que nos tenían ocupados para desplazar nuestra atención hacía el estímulo sorpresivo. La tristeza implica soledad, indefensión y desánimo y suele relacionarse con las pérdidas en general y con el cambio de rol en nuestro grupo social”; la #tristeza nos lleva a un estado en el que tendemos a refugiarnos en nosotros mismos para “cicatrizar” y poder reparar aspectos que interpretamos que no van bien.


Ustarroz afirma que “La #ira, que se manifiesta ante la inmovilización física o de los procesos mentales (cuando alguien no hace lo que deseamos o desea que hagamos lo que no queremos) nos moviliza contra el estímulo molesto dando lugar a conductas de ataque y exploración ya que produce sensación de seguridad y fortaleza. El #asco conlleva el rechazo de un estímulo físico o psicológico. El #miedo, por último, es la anticipación de una amenaza o peligro, originando incertidumbre e inseguridad, además de un irrefrenable deseo de salir huyendo”.


El miedo es la emoción latente en cualquier estado de ansiedad o nerviosismo, por lo que la ansiedad en sí no es una emoción, sino un estado derivado del miedo a la incertidumbre.


Se ha estudiado que las regiones cerebrales encargadas de las emociones primarias se encuentran en el sistema límbico y la amígdala. Las emociones secundarias, tienen su base en las emociones primarias (las comentadas anteriormente con carácter universal) y son variables en función de las experiencias vividas por cada persona, reguladas por el córtex prefrontal (encargado del razonamiento superior, la planificación y categorización de la experiencia); estas emociones secundarias tienen un carácter mucho más complejo y aprendido. Ustarroz plantea algo muy interesante: “…Así la culpa surge del despropósito y de defraudarnos a nosotros mismos, su base es el miedo y la tristeza y nos permite prevenir la reprimenda de los otros y restaurar nuestra relación con nosotros mismos y los otros. La indignación surge cuando otros violan las normas sociales, su base es el asco y la ira y nos permite reforzar nuestros valores y convicciones. La gratitud nos permite reconocer la contribución que hace el otro al orden del grupo, se basa en la alegría y nos permite reforzar los lazos de cooperación”.


¿Y qué pasa con los sentimientos? Hablaré de ello en el siguiente artículo, no dejéis de leernos y compartir nuestros artículos si os gusta nuestro #blog.


Cristina Vergara | Psicóloga Col. Nº M-30571

Centro Psicológico Loreto Charques


Referencia: “#Neuropsicología de las emociones” Javier Tirapu Ustarroz (premio Nacional de #neurociencia).

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