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El "hombre árbol", cada vez más cerca de tener manos y pies normales

El hombre de 27 años que desde los 15 sufre de epidermiodisplasia verruciforme atraviesa un exitoso proceso quirúrgico para extirparle las extrañas verrugas que sufre hace 12 años.

26 Agosto de 2016 09:42
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Abul Bajandar pudo por fin abrazar por primera vez a su pequeña hija de tres años. Es que el "hombre árbol", como se lo conoce en la pequeña aldea de Khulna en Bangladesh, comenzó a recuperarse de una serie de operaciones delicadas para extirparle las extrañas verrugas que lo sorprendieron hace doce años en sus extremidades. Algo impensado a principios de año.

Abul Bajandar se recupera de las operaciones para extirparle las extrañas verrugas de sus extremidades.

El hombre, de 27 años, deberá afrontar cinco intervenciones más para "embellecer" sus manos y pies en los próximos seis meses. Como sea, Abul está feliz: "Todos los días tengo que ejercitarlas para recuperar la movilidad, pero tener mis manos libres es estupendo". Por eso, agradece cada vez que puede a los médicos del Hospital Universitario de Dacca.

El hombre de 27 años sufre desde los 15 años de epidermiodisplasia verruciforme que lo hizo un “hombre árbol”.

De todas maneras, el cirujano Samanta Lal Sen prefirió ser prudente: "Hasta ahora no hubo recurrencia, pero no sabemos qué pasará en el futuro". Por eso, el coordinador de cirugía plástica del hospital envió a un equipo médico de Estados Unidos a tomar muestras de ADN del paciente para averiguar si existe alguna forma de evitar un rebrote de las verrugas.

Abul ahora puede abrazar a su hija y a su esposa. Cada vez está más cerca de ser un hombre normal.

Las operaciones comenzaron en febrero cuando Sen lideró el equipo que intervino la mano derecha para liberársela en un 80%. El objetivo, fisioterapia mediante, era que pudiera recuperar la movilidad de sus dedos atrofiados. Luego fue el turno de la izquierda. Los resultados fueron exitosos no en lo físico y también en lo anímico.

Ahora, las autoridades de Bangladesh se muestran orgullosos con los resultados, pero lo cierto es que la familia de Abul debió peregrinar para que al menos lo escucharan. Primero, homeópatas de su pequeño pueblo; luego, médicos del vecino país de India. Pero sólo a partir de la presión mediática el gobierno de su país natal aceptó hacerse cargo.

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