Pasar al contenido principal

Conmemoremos juntos el Día Internacional de la Convivencia en Paz



Conmemoremos juntos el Día Internacional de la Convivencia en Paz

Los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ―los mayores― y los continuadores de la historia ―los jóvenes― ni de la voluntad de cada uno para dar cabida al otro.

“¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz!”.
(Is. 52,7)

¿Qué es la paz? Esta es una pregunta inquietante debido a que es un concepto que para unos es inexistente, para algunos lejano y para otros constituye un reto mundial e individual que debe afrontarse día con día, pero ¿qué significa? ¿Qué es esta palabra que independientemente de la posición que se tenga frente a ella la buscamos de forma consciente e inconsciente en cualquier edad y contexto?

A pesar de los diversos conceptos que pueda tener, si tuviéramos que explicarla a un niño, tal vez lo primero que haríamos sería explorar la noción de paz. Todos la deseamos, pero hablar de ella y enseñarla no es tan sencillo, ya que cuando pedimos a alguien que la defina, la respuesta más común suele ser que es la ausencia de guerra. Por ello, surgen otras dudas: ¿Es suficiente una respuesta semejante? ¿Puede ser la paz algo más que la negación de la guerra? Y, en caso de ser así, ¿qué es entonces la paz? ¿Qué la destruye?

La respuesta obvia a la última pregunta es “la guerra y los conflictos”, pero también hay respuestas sobre otros factores que pueden socavarla, como la pobreza, el racismo, los desastres medioambientales, la falta de democracia y la violación de los derechos humanos. Posteriormente pasaríamos a plantearnos preguntas más arduas, entre las que se encuentran: Si el racismo destruye la paz, ¿no deberíamos combatirlo? Si es la pobreza, ¿no deberíamos esforzarnos por erradicarla? Si es la ausencia de derechos humanos, ¿por qué no actuamos para que se respeten?

Estas mismas preguntas se plantean al interior de la Asamblea de las Naciones Unidas; por ello, este 16 de mayo conmemoramos el Día Internacional de la Convivencia en Paz, ya que la ONU ha enfatizado la función de la sociedad civil, el mundo académico y los grupos de voluntarios para fomentar el diálogo entre religiones y culturas, alentando la promoción de medidas prácticas que movilicen a la sociedad civil, como la creación de capacidad, oportunidades y marcos de cooperación.

Sin embargo, lograr la paz verdadera conlleva mucho más, debido a que requiere la construcción de sociedades en las que todos sus miembros sientan que puedan desarrollarse, lo que implica la creación de un mundo en el que todas las personas sean tratadas con igualdad, independientemente de su raza o creencia.

Analicemos la palabra construcción a partir de la profundización que realizó el Papa Francisco en su mensaje para la celebración de la 55 Jornada Mundial de la Paz: “Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados”.

En dicho discurso nos propone tres caminos para construir una paz duradera: “En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana. Estos tres elementos son esenciales para «la gestación de un pacto social» sin el cual todo proyecto de paz es insustancial”.

Primero, para poder establecer este diálogo se necesita confianza y dar un paso firme para salir de la soledad a la que nos ha confinado la pandemia: “Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones nos permitirá labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida”.

Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores; mientras que los mayores a su vez requieren del apoyo, afecto, dinamismo y la creatividad de los jóvenes.

Otro punto a destacar es que los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ―los mayores― y los continuadores de la historia ―los jóvenes― ni de la voluntad de cada uno para dar cabida al otro, además de que no se puede pretender ocupar todo el escenario priorizando los propios intereses inmediatos, como si no hubiera pasado ni futuro.

La segunda vía hacia la paz que el Papa Francisco nos propone es invertir en la educación: “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación. Por consiguiente, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural a través de un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral, según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y la alianza entre el ser humano y su entorno”.

La tercera vía que el Papa nos propone es la promoción y el aseguramiento del trabajo como medio para construir la paz: “El trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad. Por eso, no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad”.

Hay tres frases distintivas de la Comunidad Anáhuac: “Ser constructores de paz”, “Vencer el mal con el bien” y “Líderes de acción positiva”. Basándote en estas y en los caminos planteados por el Papa Francisco, ¿cómo contribuyes para que la paz sea menos sueño y más realidad?

Bibliografía:

  • Biblia en línea, catholic.net, en http://www.biblia.catholic.net/ (Recopilado el 05 de abril de 2023).
  • Naciones Unidas, Día Internacional de la Convivencia en Paz, 16 de mayo, en https://www.un.org/es/observances/international-day-peace (Recopilado el 05 de abril de 2023).
  • Papa Francisco, Mensaje para la Celebración de la 55 Jornada Mundial De La Paz, 1 de enero de 2022, La Santa Sede, en https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/20211208-messaggio-55giornatamondiale-pace2022.html (Recopilado el 05 de abril de 2023).

*Colaboración de José Damián Carvajal Arroyo, alumno de la Licenciatura en Derecho.

 


Más información:
Dirección de Pastoral Universitaria Campus Sur
P. Sergio Salcido Valle, L.C.
padre.sergio@anahuac.mx