Lamentablemente, debemos empezar por decir que es otra raza canina de la que desconocemos sus orígenes con exactitud. Hay relatos que se remontan al siglo XI y a los perros sabuesos que introdujo Guillermo el Conquistador, o Guillermo I de Inglaterra, y que se cree que fueron los antecesores de varias razas inglesas de caza, entre ellas el beagle. Sea como fuere, el beagle se creó para la caza a pie, especialmente de liebres y conejos, formando jaurías. Que conservemos por escrito, la primera vez que se habla de los beagles fue en el siglo XV, en concreto en 1475, en un romance anónimo inglés titulado El escudero de bajo rango (The squire of low degree).
La raza moderna que conocemos hoy se desarrolló a mediados de 1800, pero el beagle no lo tuvo fácil y para 1887, tan solo había 18 jaurías censadas en Inglaterra. Ante esta situación, los aficionados a la raza decididos a preservar su linaje crearon el Club Beagle, elaborando al mismo tiempo el primer estándar. Los esfuerzos para promover la raza que realizó el club fueron muy positivos y en quince años el número de jaurías había aumentado a 44, lo que salvó al beagle de una posible extinción.
Perros de alta energía, y tercos en la obediencia
Quien convive con un beagle sabe que no son perros de demostraciones efusivas, sino que su personalidad base podría definirse mejor como amable y dulce con su entorno familiar más cercano. Reconocido por su tolerancia y adaptación en la convivencia, es un perro paciente con niños y que evita confrontaciones con otros perros, por lo que suele considerarse muy apto como compañero canino. Es una de las razas con mejor sentido olfativo del mundo canino, de manera que en la estimulación ambiental que debe proveerse a todos los perros, los juegos de olfato son especialmente recomendados para potenciar sus capacidades y focalizar la gran energía de esta raza, que necesita una actividad física y mental a la altura.
Aunque inicialmente se trate de una raza de caza, el beagle ha demostrado ser un perro muy versátil y son utilizados con frecuencia en terapias con animales, como perros de asistencia y, por supuesto, aprovechándose de su gran olfato, como perros de búsqueda, detección y rescate.
No se puede ni debe ignorar que el beagle, precisamente por ser perros de naturaleza afable y dócil, vigorosos de salud y manejables por su tamaño, es la raza canina más utilizada en los procedimientos de investigación científica aplicada. En enero de este mismo año, más de treinta perros beagle iban a ser sacrificados en España tras su uso en el laboratorio Vivotecnia, ya inmerso en un caso previo de supuesto maltrato animal, lo que provocó una fuerte repercusión mediática por el futuro de estos animales. Si bien son estos casos con perros los que provocan más reacciones, no debemos olvidar que otros animales como gatos, ratas o cobayas son igual o superiormente usados. Según Wikipedia, cada año se utilizan 65.000 beagles para experimentación en Estados Unidos.
En Europa, la experimentación con fines cosméticos está rotundamente prohibida desde 2013, pero no así las pruebas aplicadas para fines médicos o sustancias destinadas al uso alimenticio. En no pocas ocasiones, las asociaciones animalistas que logran rescatar a estos perros beagle utilizados para experimentación animal anuncian por redes sociales el proceso abierto de adopción para darles un hogar definitivo, como los 4.000 beagles que han sido recientemente liberados en Estados Unidos y se encuentran repartidos por diferentes organizaciones de rescate mientras se tramita su reubicación definitiva. Para saber más de la situación actual de estos cuatro mil perros, puede consultarse este artículo de la ABC News.
Para ampliar información sobre la raza o localizar criadores, recomendamos contactar con el Club español del beagle, beagle-harrier y harrier, que se encuentra bajo normativa de la Real Sociedad Canina de España.
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