Al borde de la locura

Por: Andrea Seminario Salinas (@a_seminario18 en Twitter)

Cada vez es más difícil recordarlo como aquel hombre que se sentaba a conversar sobre los presidentes y sus gobiernos, sobre las películas y de cada uno de los actores, el único que al ver las fotos familiares podía reconocer al tío más lejano, o al primo desaparecido, cada historia que enmarca aquel recuerdo en blanco y negro, cada anécdota que hoy van desapareciendo.

Aún la familia no puede entender cómo llegó al abandono, a ese abismo del que ahora no sabe cómo salir, del que no quiere salir, en una soledad que nadie quiere interrumpir, que ya nadie quiere cambiar. “La soledad, es y siempre ha sido la experiencia central e inevitable de todo hombre” una experiencia que Tom Wolfe escribió y que Alex adaptó, una soledad lejos del amor paternal, un sentimiento que ni el padrastro pudo llenar, un vacío que solo él llegaría a entender.

Nunca se le quiso preguntar sobre el amor, su mamá recuerda que existía una chica, ella era la única que le robaba el sueño, pero luego de un tiempo no supo qué pasó; la verdad, nadie sabe si se volvió a enamorar, José Narosky decía: “Solo los cuerdos aman con locura”, pero acaso por falta de amor se habrá vuelto ¿loco?.

Ahora a sus 43 años, la familia sentada en la pequeña sala de Ramón Castilla, – es un distrito tranquilo, aunque hay veces, que esa tranquilidad se pierde por completo – menciona Mónica mientras mira a su hermano andar en un abismo de ilusiones, en un mar de delirios mientras sale por la puerta y se va paso a paso alejando de su hogar.

-Él, todo el día sale y entra, sin saber a dónde se va.

Se va alejando, aquel hombre de pelo negro azabache, con un pantalón jean roto que deja traslucir más de la mitad de su pierna izquierda, con el polo jalado de un lado y con huecos por el otro.

-Ya no recuerdo la última vez que se bañó, y si lo hace se vuelve a poner la misma ropa, hasta que de ella no quede nada.

Mónica ya no sabe qué hacer, aquello ojos hermosos, de su hermano se encuentran ahora tan lejos de este mundo. Mundo en el que alguna vez perteneció, pero del que también alguna vez quiso desaparecer.

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Era aquel otoño de 1991, cuando el Callao se inunda de neblina, tiempos en el que las calles se llenaban un espiral de la violencia, momentos en el que los peruanos vivían aterrorizados, aterrorizados por el terrorismo que estaba a la orden del día.

Aquel sábado, la familia no podrían presentir lo que encontrarían al llegar a casa, no pueden olvidar que al salir a visitar a las primas terminaría mal, no se imaginarían lo peligroso que sería en ese momento dejarlo solo, minutos donde cualquier cosa se convertiría en un arma mortal, ¿él sabía lo que hacía? quizás era una crisis mental, o era el desamparo y el frustramiento que sentía por ver que su padre político se había ido de la casa, nadie podría imaginar lo que pasaría por su cabeza.

Ese día era perfecto, nadie lo detendría, no existía ninguna persona que podría entender el desconsuelo que lo llevaría a eso. Aquel brillo al final de un túnel lleno de oscuridad, aquella arma con la que no daría marcha atrás.

Eran las seis de la tarde, al entrar a la casa no sabía que hacer, la madre pensaba que su hijo no estaba, las puertas se encontraban abiertas de par en par, comenzaron a buscarlo por todos lados, pero nadie sabía nada, el escuchar un crujido los alertó, ¿qué fue lo que en realidad pasó?, ir hasta el final de la casa y ver el interruptor blanco del baño manchado de sangre lo desconcertó.

-Pensé que Alex le había hecho algo al gato, pero nunca imaginé encontrarlo a él…

El silencio al mencionar cada palabra y el rostro desencajado lo transportaron a aquel sábado de mayo. Nunca imaginó encontrar a su sobrino en el piso ensangrentado con un cuchillo en las manos; tirado en la lavandería, ahogándose en un charco de sangre, el agua que corría al lado de la sangre evidenciaban la desesperación de Alex al observar lo que estaba verdaderamente pasando.

Poco a poco Alex Saavedra se iba alejando quedando inconsciente, en una escena de un crimen que él solo había cometido. A sus dieciocho años, Alex agonizaba por la tremenda hemorragia que él se había producido, en un momento de locura, de desconcierto en ese instante donde estaba solo y se sentía destrozado.

Lo encontraron poca arriba jadeando, quejándose; el cuchillo de cocina se había convertido en su aliado, corte en los brazos evidenciaban la agonía de su ira, pero la tristeza y el dolor aumentaban cada segundo, con la mano izquierda y con todas sus fuerzas dibujaba la muerte perfecta, un puntazo en el pecho, su idea era llegar al corazón, aquel corazón vacío de amor.

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Fuente: noticias529.rssing.com

Aquel día, sería solo el principio, el inicio de su locura, aquella alimentada de depresión, tristeza, dolor que llevaron a pensar en auto suicidarse.Antes lo crían, negativo, extrovertido, nocivo, contradictorio; pero nunca imaginaron que sería esquizofrénico, hacer un incoherente, alcohólico, drogadicto.

-Que no pase nadie, llamen urgente a un taxi.

***

-En la casa le hicieron la cura del sueño, era la única forma de mantenerlo controlado.

Cada día más inútil, toda una semana, día y noche con Diazepam, cuchara tras cuchara, tirado en la casa sin poder comer, ahora Alex ya no atinaba a nada. Pero el Hospital Nacional “Daniel Alcides Carrión” ya no lo atendería más, la esquizofrenia juvenil es el proceso psicótico más frecuente, aquel trastorno que poco a poco va deteriorando el funcionamiento social y ocupacional, aquel que los hace creer que sus pensamientos, sentimientos y actos más íntimos son conocidos o compartidos por otros, presentándose ideas delirantes y alucinaciones auditivas, aquellos bloqueos de pensamiento que la familia no quería entender que Alex se estaba perdiendo.

Trasladarlo al Hospital San José, cambiaría su estilo de vida y el de su familia, pero fue ese cambio de medicamentos lo que transformó sus días, – cuando lo comenzaron a inyectar mensualmente fue cuando cambio todo – los desarreglos en la medicina no los soportaría, Mónica cada día con más miedo de ver como lo perdía, una gran cruz que toda la familia cargaría.

Alex imaginó hundirse en el alcohol lo calmaría, que lo aliviaría. Luego un traslado al Larco Herrera, la familia ya no sabía qué hacer, pasaban los años y cada día Alex se iba perdiendo más, metido en un mundo donde el aguardiente era su aliado, el cigarrillo su mejor compañía.  Un hombre con un instinto suicida, esa era su mejor arma para cualquier chantaje, aquella frase que mencionaba cada vez que quería algo.

-¡Si no me das lo que quiero me voy a matar!

Para Alex su madre era su peor enemiga, la culpable de todo lo que le pasaba, Rosario una madre que solo quería ver a su hijo tranquilo, aquel hijo que ahora camina de lado a lado, aquel que la esquizofrenia iba matando uno a uno sus neuronas, una mamá que recuerda a duras penas su embarazo, nunca imaginó sufrir de convulsionaría y mucho menos en pleno embarazo, un ataque de epilepsia ¿esa es la verdadera causa de que ahora Alex sea así?, los doctores no le informan nada, cada día se pone peor, una enfermedad que una gran depresión puede causar.

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Rosario cada día se comporta como si su hijo no existiera, pero por dentro nadie más que ella puede entender el dolor de ver al fruto de su vientre muriendo poco a poco, en una sociedad donde los enfermos son excluidos, donde vives atemorizados de ellos.

El miedo existe, una amenaza tras otra, una roca sus manos, cada día se hace más cotidiano, verlo caminar por la calle y no saber que locura cometerá ahora, una lisura, una amenaza, grosería, chantajes, miedo es lo que consigues cuando pasas por su lado.

Los vecinos una vez más corren a hacia la casa, a advertir, ¡Alex otra vez se está desnudando en la calle!, los reclamos son cada vez más seguidos, – pasa metiéndole la mano a las chicas que pasa por la calle, hace un par de semanas regreso a la casa todo golpeado, los vecinos nos dijeron que lo habían amenazado de muerte – Mónica habla preocupada. Una fragancia insoportable advierte que Alex se va acercando, el olor a tabaco, orina, a alcohol barato es la definición de un hombre que tiene tanto miedo a lo desconocido que lo oculta entre la agresividad, altanería, engreimiento.

Ahora Mónica solo intenta pensar en su hijo, una familia disfuncional, problemas que pueden volver atacar, un hijo que hay que cuidar, para que la historia no se repita más.

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