El valor del aburrimiento

👧🏻👦🏼👶🏻 El niño que no se aburre es víctima de la sobrestimulación. La hiperactividad y la hiperestimulación nos acechan y nos enferman silenciosamente, invisibles por ser el mal de muchos. Pero es por ese mundo exterior saturado que en la mente de los niños no se despliegan infinitos mundos surrealistas y oníricos, mundos internos donde la creatividad es ley y su realidad no tiene límites.

🎨🎹✍️🤸‍♂️ El aburrimiento es el preámbulo hacia lo insólito y fantástico, un portal hacia un mundo de sueños, un paraíso idílico. El aburrimiento nos libera de la mente cuadriculada y de las construcciones prefabricadas sobre la vida. No tener nada que hacer dentro de un espacio interesante para jugar libremente es una valiosa oportunidad -una rutina fundamental- para hacerse preguntas y reflexionar; es una oportunidad para crear, para explorar nuevas realidades en una dimensión sin igual. No es necesario llenar el tiempo con actividad sin fin.. dejemos que el aburrimiento se adueñe de ellos, de repente y sin cesar. La vida ordinaria está llena de rarezas por descubrir, de cuestiones fascinantes por observar. Ayudémosles a redescubrir lo extraordinario en lo cotidiano, y a fluir creativamente con todo ello.

👱‍♀️🧔‍♂️Y todo esto aplica a los adultos, por supuesto. También somos víctimas del hiperestímulo. No convirtamos el aburrimiento en una señal de alarma, sino en un umbral hacia la conexión real con nosotros mismos, los otros y el mundo, para la reflexión, la locura, la fantasía y la ensoñación, para explorar lo desconocido, lo salvaje y lo imaginable…

🎥 Os recuerdo que sobre ello reflexiono en mi vídeo de YouTube «La sociedad actual: ¿Nuestro peor enemigo para la salud mental?«

💡Esta reflexión está inspirada en el ABURRIMIENTO por Catherine L´Ecuyer:

Tolstói decía que «aburrirse es desear desear».

Que un niño no se sepa aburrir suele ser síntoma de que está sobrestimulado.

No olvidemos que el aburrimiento es el preámbulo del asombro. Si les dejamos aburrirse, empezarán a buscarse la vida, a ser creativos y a poner en marcha sus funciones ejecutivas (planificación, atención, memoria de trabajo, etc.) a través del juego libre.

La hiperactividad y la hiperestimulación son los grandes signos de nuestro tiempo, y ellas traen consigo una carga negativa para cualquier atisbo de aburrimiento. Sin embargo, no tener nada que hacer puede ser tan sano como necesario.

Sentimos pánico cuando no tenemos nada para hacer, nos asusta y nos da miedo aburrirnos. Pero es un error verlo como un sentimiento negativo, porque en realidad el aburrimiento tiene muchos beneficios.

El aburrimiento no es un grito de alarma que nos ha de convertir en animadores de juegos u organizadores de cumpleaños extraordinarios.

No es preciso ocupar todas sus horas. Relajémonos.

La vida ordinaria ya es de por sí bastante interesante: hay que ayudarles a redescubrir lo extraordinario de lo ordinario.

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