Huehue de Tlaxcala

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Huehue de Tlaxcala. En el carnaval da vida al catrín, puede también utilizarse para representar a otros personajes. Sus ojos se abren y cierran gracias a un sencillo mecanismo que se acciona con un cordel. Máscaras como esta son obra de santeros.

Colectada en 1994.

Carnaval en Tlaxcala

Camade de charros o paragüeros de Xolalpan. Foto: Claudia Zamudio
Camada de charros o paragüeros de Xolalpan. Foto: Claudia Zamudio

por Jorge Zavala Carrillo

Fotos cortesía de Claudia Zamudio Mainou

Los pueblos asentados en Tlaxcala, el Estado con la extensión territorial más reducida de México, ya eran bicentenarios cuando Hernán Cortés concertó una alianza con sus habitantes, los tlaxcaltecas, al percatarse del resentimiento que tenían hacia los mexicas. Con ellos logró la conquista de Mexico-Tenochtitlan y más tarde la ocupación de otras regiones del actual territorio mexicano, así como de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Por haber contribuido a la Conquista, fue pronta su evangelización. Como privilegio conservaron sus apellidos autóctonos. Sin embargo durante los tres siglos del dominio español, no estuvieron exentos de la explotación a la que fueron sometidos todos los pueblos indígenas.

Durante el turbulento siglo XIX, el México independiente sufrió una serie de intervenciones extranjeras. Los franceses ocuparon Tlaxcala. Los soldados franceses se daban tiempo, entre una y otra batalla, para enseñar a las señoritas de los pueblos ocupados la música y los bailes de moda de su lejana patria.

Los pueblos indígenas de Tlaxcala, durante el porfiriato también padecieron los abusos de los hacendados. Y luego a principios del siglo pasado padecieron alguna que otra batalla revolucionaria.

Catrines. Foto: Claudia Zamudio
Catrines. Foto: Claudia Zamudio

Todos esos acontecimientos históricos están presentes en la memoria colectiva y son expresados en el carnaval.

El carnaval en el estado de Tlaxcala, es el acontecimiento festivo de mayor arraigo. En él participan con gran entusiasmo, desde hace ya muchos años, la mayoría de sus habitantes. No existe municipio en donde no sea celebrado.

En este carnaval se encuentran una serie de elementos de los carnavales urbanos, incorporados en años recientes: desfiles de comparsas y disfrazados, carros alegóricos, la elección de una reina y de un rey “feo”, la quema del mal humor, los juegos con cascarones de huevos rellenos de harina o confeti y los concursos.

Lo que se concibe como carnaval en otros sitios, no se manifiesta francamente en el estado de Tlaxcala. En medio de la algarabía de la fiesta, se nota cierta formalidad, cierta sobriedad, no existe la libertad ni la alegría desbordante de los días carnavalescos celebrados en otros pueblos de México o del extranjero.

En esta festividad se encuentra, como un acontecimiento sustancial, la práctica de danzas y bailes exclusivos para estos días; acordes con el carácter jocoso y burlesco del ambiente carnavalesco.

Para la interpretación de las danzas se forman grupos de bailadores llamados “Cuadrillas” aunque el nombre más usual es el de “Camada”. En otros municipios del mismo estado, esos grupos de danzantes son denominados “huehues”, “enmascarados”, “máscaras”, ”catrines”, “catrinada”, “comparsa”, “charros”.

Catrín con máscara de párpados movibles. Foto: Claudia Zamudio
Catrín con máscara de párpados movibles. Foto: Claudia Zamudio

Los personajes más característicos que participan en las camadas se identifican por su vestimenta. El catrín lleva camisa blanca, pantalón negro, levita de paño o casimir de faldones rectos hasta debajo de la rodilla, ajustada a la cintura con una fajilla de satín; paño o mascada, por lo general en color blanco que pende de la cabeza; sombrero de copa o bombín, con una cinta de color alrededor y rosetón con espejo al centro, corbata de moño, botines o zapatos negros y paraguas.

Las máscaras de madera imitan rostros con facciones europeas, lampiños o barbudos. Pueden tener párpados fijos o movibles. Al parecer un traje parecido era usado por los franceses en el siglo XIX y el pueblo lo incorporó a la danza para ridiculizarlos.

Charros, también llamados Paragüeros. Foto: Claudia Zamudio
Charros, también llamados Paragüeros. Foto: Claudia Zamudio

El “Charro” viste un traje muy colorido con camisa blanca o de color, chaleco y pantalón de casimir negro, un mantón que cae hasta las rodillas, plenamente bordado y salpicado de lentejuelas. Un muy vistoso “macetón” o “plumerón” de plumas de avestruz teñidas de colores surge de un sombrero de ala ancha forrado de terciopelo; paliacate o corbata; chaparreras adornadas con listones y un látigo con el que interpretan la danza de la culebra. La máscara de este personaje es de madera, lampiña. Por el plumerón que semeja un paraguas desplegado, también son conocidos como “Paragüeros”.

Integrante del grupo de huehues. Foto: Claudia Zamudio
Integrante del grupo de huehues. Foto: Claudia Zamudio

El traje de español tiene variantes regionales, el que se usa en Tizatlán lleva chaqueta cerrada y pantalón corto de terciopelo combinado con tiras de distintos colores, bordado con chaquira y lentejuela, flecos dorados en los extremos de mangas y pantalón, medias, zapatos tenis y corona de hojalata adornada con plumas de faisán.

En los años sesenta del siglo pasado, la mujer inició su participación en las danzas tradicionales de carnaval. Probablemente no ha sido suficiente tiempo para que se consolide un traje tradicional femenino y bailan usando algún vestido dominguero o pantalón y blusa cotidianos. Todas las integrantes de la cuadrilla se visten con uniformidad, con calcetines o medias de nylon, zapatillas, sandalias o botas, también se peinan y maquillan de modo uniforme.

Pareja de catrines baila un minuet. Foto: Claudia Zamudio
Pareja de catrines baila un minuet. Foto: Claudia Zamudio

En algunos sitios usan antifaz, si bien por lo general van con la cara descubierta.

En algunas localidades aun participan en las cuadrillas hombres jóvenes representando mujeres, con máscaras de madera de rostro femenino. En algunos lugares ridiculizan la figura femenina exagerando sus formas y afeites, en otros simplemente adoptan el traje cotidiano usado por las mujeres de sus casas.

También hay camadas infantiles que, con trajes similares a los de los adultos, aprenden los pormenores de las danzas carnavalescas y constituyen un factor de continuidad de las tradiciones de la entidad.

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Integrantes infantiles de la camada de huehues, Tlaxcala, Tlaxcala, México. Foto: Claudia Zamudio

El sincretismo cultural no solo se manifiesta en los trajes, danzas y música, también está en ceremonias como la quema de la efigie del ahorcado, mediante la cual se borran, simbólicamente, todos los pecados que los habitantes de Santa Ana Chiautempan cometieron a lo largo del año, o, en la que toman parte los Paragüeros el Martes de Carnaval, en Tepeyanco, quienes de acuerdo a una tradición muy antigua, dan de latigazos a una serie de gallos que deben ser sacrificados al igual que se hacía en época prehispánica.

Acudamos al próximo carnaval de Tlaxcala y visitemos varios sitios para observar las danzas de la culebra, a las camadas de catrines bailando minuetes, a los que interpretan la jota Tlaxcalteca con música de las bodas de Luis Alonso, y el Primer Domingo de Cuaresma, en Papalotla, acudamos a la plaza, en donde culmina el carnaval con un amplio despliegue de fuegos artificiales.