Querer a un niño no garantiza que se sienta querido

Querer a un niño no garantiza que se sienta querido. Si expresemos el amor de forma que el niño no lo percibe correctamente, hará que no se sienta valorado. Esto, a su vez, puede provocar que el niño genere una serie de conductas en las que busque la aprobación de los padres, eliminando su auténtica personalidad. En otras ocasiones,  los niños pueden no sentirse queridos,  si expresamos el amor solo cuando trae buenas notas o cuando se porta bien. En ese caso, el niño acabará pensando o dudando de si verdaderamente en el fondo, su madre o su padre, le quieren.

El amor no es una recompensa, todo lo que hace nuestro hijo, sea lo que sea, es merecedor de nuestro amor incondicional.

Todo esto nos puede generar dudas o preguntas, como por ejemplo, ¿pero también le tengo que demostrar mi amor cuando pega a su hermano?

Cuando pega su hermano, si no me dejo llevar por mis pensamientos y por mis emociones, me mantengo en el presente y actúo desde el amor, en vez de enfadarme y castigarle, le apartaré de su hermana y le diré: “ te veo lo enfadado que estás, vamos a buscar una solución para que esto no vuelva ocurrir”.

Entonces, ¿Qué podemos hacer para que se sientan queridos?

1- No confundir el hecho de querer a un hijo con dejarle hacer lo que quiera.

No podemos moldear el mundo para que se adapte a los caprichos de un hijo porque esto va a dar lugar a problemas en su desarrollo, tanto emocional como psicológico.

2-Tratarle como a un igual, respetando sus limitaciones.

El niño vive en un mundo real y en una comunidad social de amigos, de compañeros de colegio. El niño tiene que pertenecer a esa red de familia y amigos, y para ello hay que enseñarle y tratarle como a un igual, respetando sus limitaciones.

3- Apoyarle y ayudarle a tolerar la frustración.

Querer a un hijo es encontrar un camino de respeto para ayudarle a que satisfaga sus necesidades y a través de la empatía apoyarle y darle fuerza para que tolere la frustración, cuando la vida no le da todo lo que quiere.

4- Aceptar las muestras de cariño de los hijos por muy singulares que sean.

Los niños necesitan expresar su amor también hacia los padres, aunque esa forma sea singular.

5- Manifestarles nuestro amor como recibir el suyo, deben ser acciones incondicionales.

6- El niño no debe comportarse para que le quieran porque eso le hará dudar de sí mismo.

La lucha por conseguir el amor agradando y cumpliendo las expectativas de los demás, hará  que se sienta poco valorado y hará  que tenga una baja autoestima. Cuando los niños se sienten inferiores o se sienten que solo son queridos cuando consiguen cubrir las expectativas de los padres, les hará vivir una lucha permanente, para desear estar a la altura.

7- Sea lo que sea en lo que te conviertas no me decepcionarás, solo quiero descubrirte y acompañarte en ese camino.

8- Cuando el niño no duda del amor y la admiración de sus padres, tendrá la fuerza necesaria para actuar con libertad.

Cuando los niños se sientes queridos, actúan libremente, sin preocuparse por conseguir el amor de los padres, puesto que ya lo tienen y podrán luchar para conseguir sus objetivos.

9- Vivirá no movido por el afán de conseguir el amor de sus padres, sino movido por el amor de sus padres.

10- Debemos garantizar que el niño sienta el amor de sus padres y para ello no debemos utilizarlo como algo que se da o se quita según su comportamiento.

11- El amor debe ser el contexto en el que viva el niño para que se sienta libre y ser quien es.

No es que nos encante su desorden o que haya pegado su hermana, pero desde el amor y desde estar presente en ese momento, podemos comprender sus necesidades, podemos sentarnos a hablar con él y ayudarle a buscar soluciones. Sintonizando con sus emociones, pero dejando pasar nuestros sentimientos de enfado y nuestros pensamientos.

12- Es necesario observar la mente.

Hay que observar la mente antes de enfadarse, para actuar desde el amor y en el presente.

 

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