El burro- cebra en Tijuana

El burro- cebra en Tijuana

Saavedra Aréchiga, Ana Evelinda

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Licenciatura en Historia

8vo. Semestre

Fotografía: Jessica Medina González Título: “Mónica”,

tomada 25 de marzo 2013

Tijuana, una ciudad sustancialmente turística, pinta sus paredes de la zona centro de colorido y folklor sin embargo, no solo sus paredes sino también sus burros, si leyó bien sus burros. Una de las atracciones turísticas más peculiares que posee la ciudad, es la tan famosa fotografía a lado o montando un burro, esta bestia pintada a semejanza de una cebra que produce en sus visitantes simpatía y sorpresa. Pero ¿cuál es el origen del burro-cebra?

La fotografía era un aspecto fundamental para atraer turistas y un buen pretexto para llevarse un recuerdo. Sin embargo, con anterioridad los fotógrafos encauzaban este oficio hacia un carácter más doméstico, “cada negocio se reconocía por sus propietarios, las relaciones funcionaban principalmente por alianzas familiares y de amistad”ⁱ. Con el tiempo, este orden social pasó a ser público, “las relaciones fueron desde entonces entre desconocidos y en franca competencia, empezó a importar la productividad de los individuos más que su calidad personal, el movimiento se hizo más apresurado. Por esta razón, las nuevas generaciones de fotógrafos, además de contar con conocimientos mínimos sobre fotografía, deben tener la disposición para trabajar en la calle”ⁱⁱ, su escenario de trabajo se volvieron las calles del centro de la ciudad y en especial la Avenida Revolución, debido a su increíble atractivo turístico.

Los llamados burreros preparaban su montaje “con un burro blanco y una carreta de madera que al fondo luce imágenes del origen de México”ⁱⁱⁱ fue así como tomarse fotografías a lado de aquel animal se volvió la sensación del momento. Pero el gusto duro poco, “ser fotógrafo de los burros de la Revolución implicaba conocer el manejo de la cámara, el proceso de revelado, así como tener cuidado con la exposición de la luz”^iv y un burro blanco en una fotografía a blanco y negro era casi ilegible, fue así como a un burrero, basado en la lógica de colores, se le ocurrió pintar a aquel burro blanco los contornos de su cuerpo con el afán de que apareciera en las fotografías, sin dejar de lado la tradición del burro blanco. Con esos garabatos en todo su cuerpo, el animalito no solo se visualizaba en las imágenes, sino que dado a que su color era blanco, daba la alucinación de que estaba pintado a semejanza de una cebra, fue así que este acto volvió a tener popularidad y rápidamente fue imitado por la competencia; las imágenes del fondo de la carreta fueron variando mostrando solo acontecimientos o aspectos muy mexicanos, pero la atracción principal fue y sigue siendo el burro-cebra.

Es por eso que hoy día los burros que se encuentran en la zona centro, independientemente que el color del animal sea gris, café, etc., serán siempre pintados a manera de cebra, y por supuesto, no se puede llegar a Tijuana sin sentir esa curiosidad o emoción de querer conocer al tan famoso burro-cebra, y por qué no, tomarse una foto con él.

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