Lo que perdemos si perdemos a las ranas: el valor de los anfibios

Las ranas y el resto de los anfibios mexicanos, endémicos, están en serio peligro de extinción. Luis Saucedo nos habla aquí de Valentino, del brutal panorama que enfrentan los anfibios en nuestro país. Aunque no lo parezca, las ranas contribuyen a nuestro bienestar y su conservación es imprescindible.

Texto de 03/03/20

Las ranas y el resto de los anfibios mexicanos, endémicos, están en serio peligro de extinción. Luis Saucedo nos habla aquí de Valentino, del brutal panorama que enfrentan los anfibios en nuestro país. Aunque no lo parezca, las ranas contribuyen a nuestro bienestar y su conservación es imprescindible.

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En mi casa vive Valentino, que ha sido mi mascota los últimos cinco años. A partir de él, mi pasión por los anfibios ha crecido y mi interés como biólogo me ha llevado investigar más sobre estas criaturas. Así fue que supe que estamos en riesgo de perderlos, ya que en las últimas décadas sus poblaciones han decrecido por culpa de la intervención humana.

Aunque a veces resulten extraños a la vista (y al tacto), los anfibios no dejan de ser seres sorprendentes, desde los anuros —que abarcan todas las ranas y sapos—, los caudados —salamandras y ajolotes— y los llamados cecilias, —muchas veces confundidos con lombrices—; todos ellos comparten la característica de tener una piel húmeda y vascularizada con la cual pueden respirar, además de poner sus huevos sin ninguna cáscara protectora (como sí tienen los huevos de las aves o las serpientes), lo que los obliga a mantenerse en ambientes húmedos. Además, todos los anfibios, por lo menos en su vida adulta, son cazadores al acecho de un sinfín de bichos, incluyendo también aquellos que son malos para nuestra salud y para nuestras plantas de jardín, como los mosquitos y las chinches que transmiten enfermedades, trabajando como controladores de plagas y beneficiando la salud de los ecosistemas.

A pesar de que estos animales han pisado la tierra desde antes que los reptiles o los mamíferos, en las últimas décadas sus poblaciones han decrecido: se estima que el 50% de las especies se encuentran amenazadas, siendo el grupo más vulnerable de los animales vertebrados. En un estudio realizado por Houlahan y sus colaboradores en el 2000, se evaluaron 936 poblaciones de anfibios alrededor del mundo y, en promedio, durante los años 1960-1966, estas poblaciones decrecieron 15% por año; de 1997 en adelante, 2% por año. Esto es preocupante, porque la disminución de las poblaciones fue continua y los científicos sugieren que siguen en declive. De hecho, 61 de ellas desaparecieron completamente (o sea, se extinguieron) durante los años estudiados.

Para México debe ser alarmante, ya que nuestro país es el quinto con mayor diversidad de anfibios en el mundo y el segundo en número de especies de caudados. De hecho, posee un poco más del 5% de toda la diversidad de estas criaturas, con aproximadamente 376 especies, de las cuales, el 67% son endémicas a nuestro país. Y, en cuanto a los caudados, México posee más del 20% de riqueza, con 137 especies, de las cuales más del 81% son endémicas. Así que la desaparición de sus poblaciones mexicanas significaría su extinción en el mundo.

La principal amenaza que enfrentan los anfibios es la destrucción de sus hábitats ya que el crecimiento urbano, la tala desmedida, la extensión de campos agrícolas y ganaderos, han contribuido a la pérdida de sus ecosistemas. Esto también ha sucedido en México, uno de los países con mayor violencia hacia los defensores y activistas del medio ambiente. Con la destrucción del hábitat, los anfibios competirán por espacio, refugio y comida, provocando la muerte de varios individuos en su lucha por la supervivencia, lo que afecta aún más el frágil equilibrio del ambiente.

Otras amenazas

Perder sus hogares no es la única preocupación de los anfibios. Hay otra amenaza en su horizonte: la quitridiomicosis. Esta enfermedad ha contribuido a mermar sus poblaciones y se ha extendido alrededor de todo el mundo.

Estamos hablando de una enfermedad provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, mejor conocido como Bd. ¿Cómo afecta a los anfibios, siempre húmedos y de piel suave? Recordemos que los anfibios (como Valentino) respiran a través de la piel cuando está húmeda, además, hay algunas especies que viven debajo del agua y se ayudan con branquias, como los ajolotes (y que cuando están fuera del agua respiran por los pulmones). El hongo Bd les provoca la muerte por el endurecimiento de la piel —por hiperqueratinización—, impidiendo el intercambio gaseoso y provocando asfixia en los individuos. Además, se les forman úlceras, lo que ocasiona la pérdida de fluidos y facilita la entrada de otros patógenos.

El impacto de esta enfermedad y su propagación se ha facilitado por diversos factores, entre los cuales la doctora en ciencias Cinthya Mendoza Almeralla y sus colaboradores destacan dos:

1) El cambio climático, ya que el aumento de la temperatura ha facilitado la reproducción de Bd, en especial en aquellos ecosistemas que en el pasado eran más fríos. Además, con el aumento del calor, algunos ecosistemas han sufrido mayores sequías, obligando a los anfibios a aglutinarse en refugios, facilitando el contagio de unos a otros.

2) Otro factor crucial ha sido la introducción de especies exóticas portadoras de Bd, en especial aquellas que son asintomáticas; los individuos pueden ser resistentes, pero continúan infectando a otros. Aquí destacan tres especies portadoras que suelen ser asintomáticas:

  • La rana toro (Lithobathes catesbeianus), originaria de norteamérica. Fue introducida en diversos países como alimento por sus ancas, incluyendo México. Actualmente presenta poblaciones silvestres por la liberación accidental de las granjas de ranas. Hoy son una especie invasora y el principal portador de Bd en nuestro país y Centroamérica. Además, es una gran competidora que incluso se alimenta de especies de anfibios nativos de los sitios que ha logrado invadir. (CONABIO).
  • El sapo gigante (Rhinella marina). Nativos de América, fueron introducidos en diversos países, incluyendo Australia, como control biológico para mitigar las plagas en los campos agrícolas en los primeros años de 1900, y terminaron convirtiéndose en la nueva plaga. (AmphibianWeb).
  • Y la rana africana, (Xenopus laevis), especie a la cual pertenece Valentino. Fue distribuida alrededor del mundo desde 1930 para ser utilizada en análisis clínicos para pruebas de embarazo —que consistían en inyectarles orina de mujeres y, si estaban embarazadas, las ranas producían huevos— y también comercializada como mascota (James et. al., 2009).

En México, la Norma Oficial Mexicana protege e incluye en su lista de especies en riesgo a 194 anfibios, lo que correspondería aproximadamente al 51% que habitan en nuestro país, de las cuales destacan los caudados con alrededor del 63% y las dos cecilias (Dermophis mexicanus y Dermophis oaxacae).

Estos porcentajes son preocupantes y el responsable del declive de varias poblaciones, como dijimos, bien puede ser el patógeno Bd, ya que se estima que ingresó a los ecosistemas de México en los años 70 y 80, posiblemente por la introducción de ranas toro infectadas que lograron escaparse, establecerse en la naturaleza y propagar la enfermedad en las poblaciones silvestres. De hecho, ya se ha confirmado la presencia de este hongo en al menos 50 especies en México, de las cuales se destacan algunas en peligro crítico —la categoría más alta que reciben las especies amenazadas a nivel mundial por la IUCN (organización internacional que vela por la conservación de la naturaleza),— como: la rana de ojos negros (Agalychnis moreletii), el ajolote de Toluca (Ambystoma granulosum) y la salamandra lengua de hongo (Bolitoglossa rufescens), entre otros.

Debemos ser conscientes que la pérdida de biodiversidad en el mundo y en el país no sólo se debe a un factor sino a la interacción de varios, lo que ha provocado el declive de los anfibios y otros grupos de seres vivos en el mundo. A la lista de los culpables podríamos incluir el uso de pesticidas, herbicidas y otros químicos que, además de elevar la mortalidad de los anfibios, debilitan su sistema inmune, volviéndolos más vulnerables a los patógenos como el Bd (Boone y James, 2009; Bosch, 2003; AmphibiaWeb, 2017).

La urgencia de políticas ambientales y su aplicación es imprescindible, ya que en México no se respetan las leyes que protegen el ambiente, fundamentales para amortiguar los efectos que hemos estado generando. Al mismo tiempo, es necesario ser conscientes de que algunas actividades que nosotros realizamos dañan a las poblaciones locales, desde la liberación de especies exóticas o la captura de ejemplares silvestres para convertirlas en mascotas, hasta matarlos intencionalmente. Al igual que los anfibios, muchos otros organismos se están enfrentando a un declive de sus poblaciones, lo que pone en riesgo el equilibrio ecológico de diversos ecosistemas lo que tarde o temprano nos afectará. Pensemos en el aumento de plagas transmisoras de enfermedades (como el dengue, zika, chikungunya, chagas y otras): la existencia de los anfibios nos protegen de ellas porque los mosquitos son parte de la alimentación natural de estos seres. Nos debe quedar claro que conservar la biodiversidad no sólo es para poder ver a las ranitas saltando (o, para el caso, a cualquier otro ser vivo). Más allá de su valor estético o escénico, garantizan nuestra propia supervivencia en el mundo: de la diversidad obtenemos todo aquello que necesitamos para vivir. EP

Referencias:

AmphibiaWeb. “About amphibians” AmphibiaWeb, en amphibianweb.org

AmphibiaWeb (2017) “Worldwide Amphibian Declines: What is the scope of the problem, what are the causes, and what can be done?”. AmphibianWeb, en amphibianweb.org

Boone M. y S. James (2003). “Interactions of an insecticide, herbicide and naturalstressors in amphibian community mesocosms”. Ecological Applications. 13(3), 829-841.

Bosch J. (2003). “Nuevas enfermedades para los anfibios: enfermedades emergentes. Munibe. 16, 56-73

Cárdenas L. (2011). En México no se respetan las leyes de protección ambiental. Universidad de Guadalajara, en udg.mx 

CONABIO. “Rana toro: Lithobates catesbeianus”. Enciclovida, en enciclovida.mx

Houlahan J., C. Findley, D. Schmidt, A. Meyer y S. Kuzmin (2000). “Quantitative evidence for global amphibian population declines”. Nature. 404(6779), 752-755.

Fisher M., T. Garner y S. Wlaker (2009). “Global Emergence of Batrachochytrium dendrobatidisand Amphibian Chrytridiomycosis in Space, Time, and Host”. Annual Review of microbiology. 63, 291-310.

James T., A. Litvintseva, R. Vilgalys, J. Morgan, J. Taylor, M. Fisher, L. Berger, C. Weldon, L. du-Preez y J. Longcore (2009). “Rapid Global Expansión of the Fungal Disease Chrytridiomycosis into Declining and Healthy Amphibian Populations”. PLOS Pathogens. 5(5).

Mendoza-Almeralla C., P. Burrowes y G. Parra-Olea (2015). “La quitridiomicosis en los anfibios de México: una revisión”. Revista Méxicana de Biodiversidad. 86(1), 238-248.

Parra Olea G., O. Flores-Villela y C. Mendoza-Almeralla (2014). “Biodiversidad de anfibios en México”. Revista Mexicana de Biodiversidad. 85(1), 460-466.

Pradilla A. (2019). “México, el sexto país más peligroso para defensores del medio ambiente; hubo 14 asesinatos en 2018”. Animal político en animalpolitico.com

SEMARNAT (2010). “Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, Protección ambiental-Especies nativas de México de flora y fauna silvestres-Categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio-Lista de especies en riesgo”. Diario Oficial de la Federación. Segunda Sección. México.

Vidal J., A. Martirs y M. Piojan (1999). “Anfibios y Reptiles”. Guías Visuales Océano. Océano. España.

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