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  • Atelopus Survival Initiative

Los conservacionistas piden una inversión mundial para salvaguardar las ranas arlequín


Cuarenta años después de que una enfermedad infecciosa llamada quitridiomicosis comenzara su mortífera oleada por América Latina y diezmara las poblaciones de anfibios a su paso, los anfibios más afectados -las ranas arlequín- siguen enfrentándose a una crisis continua que requiere una inversión renovada en su conservación, según un nuevo estudio publicado este mes en la revista científica Communications Earth and Environment.


"Sabemos que el duro trabajo de los conservacionistas de anfibios en América Latina ha marcado una verdadera diferencia en la recuperación de algunas de estas especies", dijo Lina Valencia, fundadora de ASI, co-coordinadora del Grupo de Trabajo Atelopus del Grupo de Especialistas en Anfibios de la CSE de la UICN y coordinadora de los países andinos de Re:wild. "Pero muchas de estas especies que están volviendo no se están recuperando del todo y se enfrentan a amenazas adicionales, incluidos los efectos del cambio climático. Este documento deja claro que necesitamos más recursos, políticas y ayuda de las comunidades locales para asegurarnos de que no perdemos este hermoso y carismático grupo de anfibios."

Las ranas arlequín se distribuyen por América Central y del Sur: desde Costa Rica, en el norte, hasta Bolivia, en el sur, y en nueve países intermedios. Las hay de varios colores: naranja, rojo, verde, amarillo, marrón, negro y a veces incluso morado, lo que les ha valido el apodo de "ranas payaso". En algunos países, las ranas arlequín han sido imbuidas de un enorme valor cultural.


En el estudio publicado en Communications Earth and Environment, los 100 coautores, entre los que se encuentran principalmente conservacionistas e investigadores de países donde las ranas arlequín ocurren de forma natural, compararon datos de población de 2004 con datos de población de 2022 para examinar las tendencias específicas de las especies en las dos últimas décadas. El estudio concluye que las ranas arlequín siguen estando amenazadas y no se han alejado de la extinción, aunque los esfuerzos de conservación han contribuido a mantener estables muchas poblaciones.


Treinta especies de ranas arlequín que se temían extinguidas están regresando en pequeñas cantidades. Desde que la quitridiomicosis inició su mortífera oleada, investigadores de Ecuador redescubrieron la rana arlequín de Mindo, una especie perdida para la ciencia durante más de 30 años, mientras que otro equipo de Bolivia redescubrió la rana arlequín tricolor, perdido desde 2003. Otro equipo en Panamá descubrió que algunas de las especies de ranas más susceptibles al quítrido han desarrollado mejores defensas para combatir la enfermedad y, como resultado, han empezado a recuperarse incluso después de que los biólogos temieran que pudieran extinguirse.


El hongo quitridio y la destrucción del hábitat siguen siendo las mayores amenazas para las ranas arlequín, y los efectos del cambio climático se perfilan ahora como un reto adicional. Como consecuencia de la quitridiomicosis, que acaba provocando un infarto en los anfibios a los que infecta, además de la destrucción del hábitat, el 84% de las 94 especies de ranas arlequín que han sido evaluadas por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN están amenazadas de extinción.


Stefan Lötters, autor principal del artículo y profesor asociado del Departamento de Biogeografía de la Universidad de Trier (Alemania), afirma: "Las ranas arlequín son el paradigma de la crisis de los anfibios y su declive fue lo primero que alertó a herpetólogos, conservacionistas e investigadores de todo el mundo de que algo catastrófico estaba ocurriendo en el Neotrópico". [Vea la lista completa de coautores aquí]. “Cuando las especies disminuyen e incluso desaparecen, vemos que ecosistemas enteros empiezan a sufrir, en detrimento de la salud del planeta en general. Hemos conseguido evitar lo que hemos podido, pero una recuperación completa de las ranas arlequín va a requerir mucho más trabajo y una inversión crítica en su futuro."


En la actualidad, los investigadores saben mucho más sobre la quitridiomicosis que en los años 80 y se esfuerzan por comprender mejor el patógeno y cómo algunas ranas y especies enteras han sobrevivido indemnes o se están recuperando de él. Están investigando los probióticos y la genética tanto del patógeno como de las ranas para desarrollar opciones que ayuden a las ranas arlequín a sobrevivir a la quitridiomicosis. Y las primeras medidas para incorporar a las ranas arlequín a programas de cría para la conservación han garantizado que las especies extinguidas en estado salvaje, como la rana dorada panameña, no hayan desaparecido para siempre.


Además, la Iniciativa de Supervivencia Atelopus, que se puso en marcha en 2021, está trabajando para implementar el primer plan de acción para las ranas arlequín de la historia, reuniendo a 60 organizaciones de 15 países para proteger y restaurar las ranas arlequín. Los miembros de la ASI cuentan con décadas de experiencia y los conocimientos necesarios para evitar la extinción de todo el género Atelopus en toda la región donde aún sobreviven estas especies. La ASI y sus miembros, incluidos gobiernos, comunidades locales y pueblos indígenas, abordan las amenazas a estas especies -y las nuevas que surgen- teniendo en cuenta las realidades sociales, políticas y culturales de cada uno de los 11 países donde se encuentran las ranas arlequín.


"El enfoque colaborativo de la ASI tiene un potencial transformador en un grupo de especies que lleva tanto tiempo necesitando ayuda desesperadamente", afirma Andrea Terán-Valdez, gestora de colecciones del Centro de Investigación y Conservación de Anfibios Jambatu (Ecuador), coautora del artículo y parte de la ASI. "En lugar de trabajar de forma aislada, estamos poniendo en común nuestros conocimientos para intercambiar métodos, compartir experiencias y aprovechar los recursos para avanzar en la protección de estas especies. Mantenemos la esperanza de que, con estos esfuerzos continuados y los recursos necesarios, podamos ayudar a algunas de estas joyas de Latinoamérica -y a los ecosistemas en los que viven- no sólo a tener una oportunidad de recuperarse, sino también de prosperar."


Foto: Rana arlequín de Guajira de Panamá. (Foto de Jaime Culebras, Photo Wildlife Tours)

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