_
_
_
_
_

Danna Paola: “Llevo facturando desde los cinco años. Sigo haciendo terapia para dejar de romantizar mi infancia”

La célebre artista mexicana, conocida por su trabajo en la serie Élite, sigue cultivando su carrera como estrella del pop, huyendo de modas y más empoderada que nunca. Con ella hablamos sobre cómo convertir en luz una etapa de oscuridad, sobrevivir en la industria con solo cinco años o sus cigarrillos a escondidas junto a Isabel Pantoja.

La cantante y actriz mexicana Danna Paola.
La cantante y actriz mexicana Danna Paola.Rafael Arroyo

Por fin está en paz con su arte. “Ya hice mucha música solo por estar dentro de ese mundo cool y por ser una popstar. Eso fue divertido, pero me lo paso mejor si soy más fiel a mí”, corrobora Danna Paola. La cantante y actriz mexicana, toda una estrella en su país natal desde antes de tener edad para cursar la primaria, regresa a Madrid en un momento de reinvención artística y personal que dice disfrutar al máximo. En esta ciudad se convirtió hace unos años en un icono aún más global (tiene más de 34 millones de seguidores solo en Instagram) gracias a su papel de Lucrecia en la serie de Netflix Élite y a esta ciudad vuelve para ensayar los próximos conciertos de su gira internacional, con el escenario del festival Arenal Sound como última parada. Una cita que coincide con el lanzamiento de su nuevo single, Tenemos que hablar, en el que ha canalizado “los monstruos y demonios en el espejo” a los que se ha enfrentado estos años. Paola garantiza que salió victoriosa de la batalla: “Ya no pongo mi persona y mi arte en valoración de nadie más que de mí misma”.

Tu nuevo sencillo, Tenemos que hablar, surge en un momento en el dices que te sentías fuera de sitio. ¿Cómo volviste al camino correcto?

Esta canción la compuse en un momento en el que me sentía muy perdida. Estaba rompiendo conmigo misma, con esa Danna del pasado que estaba más a favor de lo que los demás querían que de lo que yo quería. Está dedicada a las personas que necesitan ponerle un alto a un tipo de vida que no les hace feliz o que se han dado cuenta de que se han estado mintiendo y traicionándose a sí mismas. Eso es lo que me sucedió a mí. Ha sido inspirador poder encontrar esa oscuridad y convertirla en un arte luminoso.

¿Cuál fue la cura para sanar ese sentimiento de ruptura?

Dejando de mentirme y de tratar de complacer a los demás. Corté relaciones tóxicas con la gente que frenaba a la Danna real y que no la dejaba ser. Es como ponerse rebelde, apostar por ti y llevarte por delante a quien haga falta. También la encontré gracias a Éxtasis. Empecé a hacer la música que realmente quería hacer, dejé el pasado y estoy en un momento increíble a nivel artístico, siendo fiel a lo que sale de mi cabeza y mi corazón.

Acabas de actuar por primera vez en el festival Tomorrowland. ¿Qué se ve desde ese escenario?

Un mar de gente. Ha sido mi audiencia más grande hasta ahora y se lo agradezco mucho a Steve Aoki. Estoy ilusionada porque esa canción que vamos a sacar juntos salió en el estudio de casa con mi chico, Alex (Hoyer), que también es mi productor. Fue muy fuerte, lo sigo procesando todavía. Recuerdo que vi muchas banderas y me encontré una de México que me dio fuerza porque entré con muchísimos nervios.

¿Y cómo reduces la adrenalina cuando bajas de ahí? ¿Conseguiste dormir esa noche?

No dormí casi. Además, tenía un jet lag que me moría. Yo me decía, ‘Acabo de tocar en el Tomorrowland, ¿qué es esto?’. Es uno de los sueños más grandes que he cumplido y espero que se repita porque fue brutal.

Ahora que los ritmos urbanos monopolizan las listas de éxitos, tú vas y apuestas por la electrónica.

Sí, porque he dejado de hacer lo que está de moda. Tras este viaje de cuatro años escribiendo mis canciones, ahora puedo decir que esta es mi obra, esta es mi exposición. Y ojalá que le guste a mucha gente, pero ya no comprometo mi arte por lo que está de moda. Al final todos los artistas estamos bajo presión para cumplir con ciertos números, y todo el mundo desea ser número uno en Billboard, pero yo hago mi música por gusto. Cuanto más fiel me sea, más feliz vamos a estar mis fans y yo con el resultado. Es algo que un artista debe entender y estoy disfrutando porque la gente está conociendo a una Danna honesta.

En todos los perfiles que leo sobre ti se repite una misma etiqueta, ‘La nueva princesa del pop latino’.

Lo odio. ¡Yo no soy ninguna princesa! Bueno, princesa Disney sí, dos veces [puso banda sonora a dos películas de la compañía]. Ese título me da como cringe. No me quiero coronar porque no soy la única que está haciendo música, hay un montón de mujeres. ¿Por qué entre los chicos no hay un ‘príncipe del pop’? Lo hacen solo con las chicas y eso es misógino y machista. Agradezco los halagos, pero que dejen de llamarme así, por favor.

Y ahora que está de moda la película, ¿qué Barbie serías? ¿Barbie cantante, actriz, polifacética…?

¡Yo soy todas las Barbies! Soy cantante, actriz, modelo, maquilladora, diseñadora, productora, me gusta cocinar… Eso es lo más divertido de todo, no encasillarte y poder ser lo que quieras. A mí me encanta poder ser lo que me proponga, trabajar por ello y lograrlo.

Eres imagen de firmas como Fendi, Tiffany’s, Puma o Calvin Klein. ¿Para ser una estrella de la música también hay que ser un icono de moda?

No necesariamente. Para mí la moda es una expresión de mi arte y siempre la compagino con mis eras. Ahora estoy explorando un lado más oscuro con el álbum de Éxtasis (XT4S1S), creando tendencias que van con el proyecto. La moda me ayuda a expresarme, aunque hay días en los que estoy cero creativa y sé que el outfit va a ser unos jeans, unas zapas y se acabó. No todos los días fluye la creatividad, no todos los días somos Da Vinci, ¿no? (ríe).

Has publicado una imagen con tus compañeras de Élite nada más llegar a Madrid. ¿Qué opinas sobre ese prejuicio que aseguraba que en esta industria las mujeres no podían ser amigas por la rivalidad que se genera entre vosotras?

Podría ser que pasara en algunos proyectos y es una pena. Es lo mismo que sucede en la industria musical y que a mí me daba pánico… esta competencia horrible entre todas y un rol de egos de quién es mejor o quién tiene más. Es complicado. Yo voy con el corazón en la mano tratando de hacer amigas de verdad porque esta industria es muy fría y muy machista y compartir y ayudarnos es importante. El día que dejen de preguntarnos qué difícil es ser mujer en la industria por fin las cosas habrán cambiado. Quiero ver más directoras, más fotógrafas, más productoras… Pero sí, dentro de Élite hubo una magia muy especial durante las tres primeras temporadas que sigue ahí. Fue algo genuino que se creó en ese momento y que no se va a acabar porque nació del corazón.

Es curioso lo de Élite: un puñado de adolescentes desconocidos convertisteis una ficción en un fenómeno global y, sin embargo, la crítica fue inmisericorde. ¿Qué no supo entender la crítica sobre la serie?

Que éramos unos chavales. Lo más simpático es que la generación que nos critica tiene otro tipo de educación, de principios y de valores, por lo que no iban a entender a unos chicos de 16 o 20 años. Pero no los culpas, tú evolucionas y te das cuenta de que estaban equivocados. Éramos una generación que veníamos para liberar tabúes, esos temas que no se hablan y que hoy son necesarios y muy normales. Ahí está Euphoria, por ejemplo. No se puede cambiar la mentalidad de gente mayor que lleva pensando igual tantos años. Nosotros conectamos con la audiencia con la que teníamos que conectar.

Has confesado que lo mejor de tu paso como jurado por el programa de Telecinco Top Star era irte a fumar con Isabel Pantoja…

¡Era divertido romper las reglas! Decíamos, ‘Nos vamos al baño’ y lo que hacíamos era fumar un cigarro mientras hablábamos sobre nuestras cosas. Ella era lo máximo. Yo la defendí en una rueda de prensa en la que le tiraban muchísimo y le dije a un reportero, ‘¿Tú qué le andas preguntando a la señora? ¡Respeta!’. Y ella, incómoda, me dijo, ‘No, tranquila, yo respondo’. Es jodido lidiar con la prensa rosa… Yo soy igual con la mexicana y por eso me dicen que soy la rebelde, la borde… Aprendí mucho de ella sobre cómo llevarlo. Es una señorona, muy glamurosa, muy propia. En España hay gente que la ama y gente que no, pero Isabel sigue siendo Isabel y eso es muy auténtico.

Escribiste en tu Instagram que llevabas facturando casi desde que naciste. ¿Tenías autonomía siendo niña para decidir si seguir o parar?

No, a mí me decían que era un juego. Y después se convirtió en mi trabajo de 8 a 7, no tenía otra cosa más que ser artista. Mi sacrificio más grande fue mi niñez. Hoy sigo haciendo mucho descubrimiento y mucha terapia para dejar de romantizar mi infancia, que fue jodida porque llevo trabajando desde los cinco años. Ahora veo a mi sobrino con esa edad y ni de coña lo pondría a trabajar, nunca. Crecí con gente mucho mayor que yo y el desarrollo mental es distinto. Hoy agradezco tener una madurez algo más estable, pero tengo mis momentos buenos y malos. Soy dueña de todas mis cosas, llevo mi negocio y soy empresaria, pero es difícil asumir y tener conciencia de que estoy facturando desde que tenía cinco años.

¿Y qué has hecho bien para no haberte convertido en un juguete roto?

Es que ser un niño artista no siempre va a ser una historia de éxito. Mi terapeuta me lo dice, ‘Tú eres un caso muy único’. Y sí, pero ahora tomo conciencia de que he estado jodida por haber tapado muchas cosas. Es un proceso de tomar mucha terapia y de no pelearme más con mi pasado, sino honrarlo y escribir sobre él. Hoy lo puedo hacer con mi música.

Has encontrado en tu arte una salida para canalizar esos sentimientos.

Así es. En mis momentos más oscuros y más tristes puedo escribir canciones. Y me empodero y digo, ‘Me he convertido en esto porque trabajo desde los cinco años’. A mí nadie me ha regalado mis tablas y mi experiencia. Me enorgullece. Pero igual, no dejo de aprender nunca, soy una esponja. Si tengo errores los corrijo y no es que lo sepa todo… pero bueno, algo he aprendido.

¿Y se puede disfrutar de ese estatus, con 34 millones de seguidores solo en Instagram, o es imposible gestionar todo ese alcance mediático?

Soy un ser humano, una mujer con mil errores y mil cosas buenas. No me considero ejemplo de nada ni de nadie. Habrá gente a la que no le caiga bien, pero eso no me hace tirarme a la cama deprimida. Yo me salí de Twitter, por ejemplo, porque es el lugar más tóxico que existe. El éxito abruma y por eso hay que estar bien dentro de ti: cuidar tu salud mental, tu corazón, tu familia y la gente con la que trabajas. Eso es fundamental.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_