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Por qué no estamos en una nueva Guerra Fría

Las tensiones entre Estados Unidos, Rusia y China llevan a pensar que vivimos una nueva Guerra Fría. Sin embargo, el conflicto entre bloques del siglo XX no explica el sistema internacional actual, en el que los países miran por su economía y las alianzas son más endebles.
Por qué no estamos en una nueva Guerra Fría
Fuente: elaboración propia

“Militarización”, “carrera armamentística”, “disuasión nuclear”... Parece que hemos vuelto a la Guerra Fría cuando leemos sobre la guerra en Ucrania. Lo afirman distintos analistas: el clima de división e inseguridad actual es equiparable al choque que protagonizaron Estados Unidos y la Unión Soviética en el siglo XX. Esta vez, el bloque occidental se enfrentaría a otro liderado por Rusia y China. Pero aunque las potencias mantienen un pulso y la seguridad mundial está en entredicho, no vivimos una nueva Guerra Fría.

El término lleva tiempo resonando en Estados Unidos, primero con China, cuya expansión económica contesta el liderazgo de Washington en el sistema internacional, y después con Rusia, a partir de la invasión a Ucrania. Moscú también ha contribuido a esta narrativa, tratando a Occidente como una amenaza existencial y fragmentando Europa en áreas de influencia suyas o de la OTAN. Sin embargo, ahora no existe un alineamiento ideológico comparable al de la Guerra Fría, con un bloque comunista y otro capitalista, sino que los intereses económicos marcan el ritmo de las relaciones internacionales.

No hay un choque entre democracias y autocracias

Desde el principio de su mandato, Joe Biden intentó dividir el mundo entre democracias y autocracias. Un claro guiño a la doctrina de la contención de su antecesor Harry Truman, que en 1947 había asegurado que el mundo debía elegir entre el modelo estadounidense de democracia y libertad o la dictadura soviética. En febrero de 2021, Biden organizó la Cumbre de las Democracias para “renovar y defender la democracia dentro y fuera de Estados Unidos”. La invasión rusa de Ucrania un año después le sirvió para ejemplificar esa batalla: Occidente volvería a liderar a los países adscritos a los valores democráticos frente a las autocracias capitaneadas por Rusia y China. Sin embargo, a diferencia del siglo XX, cuando el mundo se dividió en un bloque comunista liderado por la URSS y otro capitalista por Estados Unidos...

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