1.2 Modelo ondulatorio

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Para que lo sepas al físico inglés ya tenía un oponente algunos años antes de publicar éste su obra sobre la luz. En 1690, un coetáneo a Newton, matemático, físico y astrónomo holandés llamado Christiaan Huygens, publicaba una obra llamada "Tratado de la luz", en el que defiende una postura radicalmente distinta sobre la naturaleza de la misma.

En el libro, el autor expone como hipótesis que la luz se desplaza con un movimiento ondulatorio similar al sonido, es decir, la imagina como una onda longitudinal donde su foco es localizado en los cuerpos luminosos.

La ventaja de esta teoría corresponde a la posibilidad de explicación de ciertos fenómenos. Podía explicar, a la perfección, tanto la reflexión como la refracción de la luz.

No obstante, había que tener una imaginación increíble como tragarse la hipótesis, un tanto descabellada, de la existencia de un material con una rigidez tal que permitiera a la luz viajar a una enorme velocidad, al medio se le denominó éter.

Si te parece inverosímil o inconcebible, espera y verás, el éter debería completar el Universo, recuerda que hay estrellas, satélites, planetas y cometas.

Los oponentes a esta teoría hacían llagas en la herida diciendo que no era capaz de explicar la trayectoria rectilínea que presentaba la luz en su movimiento. Sin embargo, lograría explicar las interferencias, la polarización y la difracción. La polarización de la luz requería que las ondas fueran transversales y que, por lo tanto, el éter fuera un medio sólido. Esto hace todavía más sorprendentes a ese mágico medio de propagación.

Por si fuera poco, Huygens no tenía ninguna explicación clara y razonable para fenómenos típicamente ondulatorios como la difracción y las interferencias. Además a esto se le puede agregar el prestigio del principal defensor de la teoría rival, nada menos que el todopoderoso Newton, hizo que la teoría ondulatoria no fuera tenida en cuenta hasta mucho tiempo después.