A los corazones que rompí.

Querido corazón roto por mí, empezaré por decirte que creo que si todos supiéramos que entregarnos implicaría desarmarnos nadie se atrevería a tanto, si uno supiera lo que está por venir después del primer beso, en muchas ocasiones no lo daríamos y en otras tantas evitaríamos postergar ese momento, pero la realidad es que es la única forma en que nos sentimos, conocemos y amamos, abriendo nuestras puertas y ventanas ante lo desconocido con la esperanza de que alguien las cierre en invierno y nos quite el frío. No tienes que saber lo que estoy por contarte, ni yo tengo porque dar este tipo de explicaciones, pero siento que es lo mínimo que te debo de algo que evidentemente no pude esquivar. Cuando me encontraste estaba rota y por ilógico que parezca yo no lo sabía, me dejé sumir por un tiempo en mi tristeza antes de enfrentarme al día a día que creí que ya nada me dolía, me di el espacio de sentirlo todo, de parecer reemplazable, sola y fría para después ponerle un curita a mis heridas sin antes coserlas desde planos más profundos, la verdad es que con cicatrices a medias me veía divina, supe sacarme el mejor partido y creo que eso hizo que frente a los ojos de los demás me viera con disponibilidad para todo lo que llegara a mi vida, como amar por ejemplo. No voy a decir que no lo trabajé porque sería mentira, lo intenté y todos los días, lloraba a mitad de la noche pero antes de las seis ya tenía el café para empezar el día, a veces las lágrimas me nublaban la vista pero seguía poniendo mi canción favorita, sufría de pesadillas pero hacia chistes acerca de lo que me atormentaba, sonreía frente a la cámara pero frente al espejo no sabía si tenía motivos para hacerlo y he aquí lo más importante, todos los días quería amar, incluyéndote, pero no podía ir más allá de lo que mi alma no sentía. Llegaste a mi vida por un motivo, tal vez ambos aún no sepamos cuál fue la razón por la que nos conocimos y decidimos vivirnos, pero estoy cien por ciento segura de que existe alguna. Uno no entiende como es que a veces almas tan buenas nos quedan insuficientes, y no es por que lo sean, creo que más bien aprendes a no engañarte por miedo a la soledad, memorizas la forma en la que quieres que te quieran pero también en la que eliges querer. Gracias por el café, las risas, los mensajes diciéndome “bonita”, los dulces para las guardias y por aprenderte mis cosas favoritas, perdón porque esto no fue permanente, siento mucho haberte lastimado pero hubiera sentido más haberlo hecho con amor para quebrar de por medio. Deseo que encuentres con quien vivir esa vida muy tuya, te lo mereces, tómate el tiempo y si nos volvemos a encontrar, que es muy probable que así sea, sino es que lo hemos hecho ya, dedícame una sonrisa, así sabré que al menos estamos conectados por la paz de habernos coincidido y que suerte que así haya sido.

“Somos una vez en la vida”.

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