Arte bonsái a través del tiempo y las fronteras

Elaborado por Lizbeth Urbán, Alumna del Servicio Social del PUEAA

Seguramente en algún momento han podido observar un tipo de árbol pequeño y curioso. Dentro de una maceta no muy amplia, se encuentran estos árboles diminutos con troncos torcidos. A veces incluso son adornados de formas graciosas y delicadas. Pero la importancia histórica y cultural que guardan estos arbustos es aún más grande que su magnitud.

Como inicio, sería importante ofrecer una definición de lo que es un bonsái. Al verlo puede parecer una planta genéticamente modificada que así obtuvo su tamaño. Pero la manipulación para conservar esa dimensión es manual a través de la poda de sus ramas, tronco, hojas y raíces. Es por ello, que la belleza del bonsái no radica únicamente en el producto final, sino en el esmero que requiere para formarse y sobrevivir (Sienra, 2021).

¿Existe un origen único del bonsái? En realidad, no hay sólo un argumento compartido que adjudique a un territorio su génesis. Algunas de las pruebas más antiguas de su rastro son del año 2000 a.C. cuando los chinos cultivaban plantas en recipientes como parte de su jardinería habitual. Empero, en Egipto y Persia siendo civilizaciones antiguas y de las primeras en practicar la jardinería, pueden encontrarse otros antecedentes (Bonsái Menorca, 2018).

En Egipto específicamente, se han dado a conocer pinturas de casi cuatro mil años de antigüedad. Las representaciones son muy similares a los bonsái porque tienen árboles cultivados en recipientes tallados en roca. En la antigua India se han rastreado indicios de lo que parece ser el primer tratado para el cultivo de árboles enanos. Su nombre fue Vaa man tanu Vrikshaadi Vidya, y en él se estipulan técnicas de mantenimiento del tamaño pequeño de los árboles (Trucios, 2011).

Pero esencialmente se ha apuntado a dos países asiáticos: China y Japón. El primer país es el pilar más evocado del bonsái. La denominación de este tipo de árbol se ha dicho que proviene de los años de Ts'ing. Pun-sai, es la palabra que emerge en ese momento y significa "árbol sin paisaje en cuenco" (Bonsai Menorca, 2018). Este tipo de arte natural se hacía exclusivo de la nobleza y los puestos de poder.

El taoísmo reluce en su indagación de plantas medicinales, cuando los monjes comenzaron a extraer todo un árbol para poder trasplantarlo en contenedores y llevarlo a los monasterios (Trucios, 2011). Más adelante se empezó a impulsar la jardinería en miniatura. Aquí se desarrollaron algunos estilos para la preparación de bonsái. El primero es el del norte donde se eliminan las ramas con sentido de armonía. El estilo del sur respetaba la forma del árbol.

La influencia china en otras culturas asiáticas como la japonesa es evidente e innegable. En el caso del arte bonsái, su inserción al país nipón se dio de la mano del budismo en el siglo VI d.C. Con la llegada de la secta Zen en el periodo Kamakura, el bonsái fue introducido formalmente. Aunque no fue la única innovación artística en Japón.

La sustancialidad del bonsái colisiona en Japón de manera única, porque su desenvolvimiento se vuelve una luz de inspiración artística. No sólo fue una expresión única de arte natural, sino que sirvió de musa para otras formas de manifestaciones. En la poesía, grabados, pinturas, los árboles bonsái tuvieron un gran impacto.

Los rasgos iniciales del bonsái japonés eran de 30 o 60 centímetros de altura, troncos y raíces torcidos que se mantenían así con ramas de bambú. Pero en el siglo XIV, estos árboles fueron clasificados como una forma de arte muy respetada de honor. En adelante, y con influencias del ideal de la simplicidad como un símbolo más valioso de hermosura. Eso ha sido un sello singular del contacto bonsái en Japón (Sienra, 2021).

Debido a su gran reconocimiento y atribuciones, el arte bonsái se ha difundido en la región asiática y a nivel mundial de manera inaudita. En el caso de México, un primer acercamiento a esta peculiar forma de arte se dio en el Porfiriato. Las interacciones entre ambos continentes y países son de vasta antigüedad. Cuando Tatsugoro Matsumoto llegó al país americano, se dedicó a mostrar la maravillosa técnica para los bonsái.

José Landeros, propietario de ciertas minas, tuvo gran crédito en la insistencia de pedir a Matsumoto una muestra del arte japonés en su hacienda de San Miguel Regla. La tarea asignada de Tatsugoro se convirtió en una odisea para él, pues tuvo que aprender en sus travesías de los errores y demandas de sus productos (Oliganx, 2011). Ante la gran demanda no sólo mexicana del arte natural, Matsumoto decidió comenzar a vivir en la colonia Roma para ofrecer sus servicios.

También dentro de México, tuvo un fuerte empuje desde su llegada. Esta pujanza fue visible en la adaptación mexicana del arte bonsái y sus expresiones incluso sociales. En 2004, se fundó el club Shi hai Bonsái en Puebla que tuvo el objetivo de cumplir como un centro de aprendizaje de estas técnicas. Por otra parte, en 2009, en el parque ecológico Revolución Mexicana se instaló el Museo Nacional del Bonsái, el Tenryu-Ji (Trucios, 2011).


Referencias bibliográficas

Bonsai Menorca. (2018). Historia del Bonsai. En línea

Oliganx. (2011). El primer Bonsái en México. En línea.

Sienra, R. (2021). El bonsái: conoce la historia y el significado de estos árboles miniatura. My Modern Met. En línea

Trucios, B. et.al. (2011). El arte del bonsái, Ciencias, (101),Universidad Nacional Autónoma de México Distrito Federal, México, pp. 26-33. Documento en línea